Tierra De Castillos

Castillos de la Bureba

Castillos, fortalezas, torres y recintos amurallados constituyen un importante legado de la historia en estas tierras. Casi siempre dominando el paisaje, permanecen como testigos mudo el paso del tiempo.

Probablemente entre todas las edificaciones de este tipo destaque por su estado de conservación y su tamaño el Palacio de El Cid, en Sotopalacios. Ubicado frente a un solar que perteneció a la familia de Rodrigo Díaz de Vivar, se trata de un castillo de grandes proporciones, construído entre los siglos XIV y XV. De carácter más  palaciego que defensivo, tiene planta cuadrada y tres torres en las esquinas.

Sin abandonar la Merindad de Río Ubierna puede contemplarse otro de los castillos de la zona, el de Ubierna. En este caso la conservación es mucho más deficiente, ya que hoy apenas quedan algunos restos de la edificación primitiva. Su origen se encuentra en la Repoblación llevada a cabo por Diego Porcelos a finales del siglo IX, que convirtió a Ubierna en un núcleo fundamental para la defensa frente a los musulmanes. Más tarde el castillo fue un punto de referencia destacado en las luchas entre Navarra y Castilla.
En muchos casos la belleza de estas construcciones compite con la del entorno en el que se asientan. Es lo que sucede con la fortaleza de Monasterio de Rodilla, del siglo XII,  que se alza sobre el monte Peña Castillo, y de la que apenas quedan algunos vestigios.
En parecido estado se encuentra el Castillo de Rojas, que desde el siglo XIV vigila el pueblo desde lo alto de un cerro próximo al río Zorita.

La misma suerte ha corrido el Castillo de Belorado, cuya construcción data del siglo X,  o el de Santa Marta en Pancorbo, ubicado en una cresta rocosa sobre el pueblo. Aquí también hay una segunda fortificación  mucho más moderna, la de Santa Engracia, cuya construcción estuvo vinculada a  la Guerra de la Independencia.
Cruzando el Desfiladero de Pancorbo, se llega en seguida a Santa Gadea del Cid, donde puede visitarse  otro interesante ejemplo de fortificación  en la zona, en este caso levantada entre los siglos XI al XV.

La Bureba cuenta con un gran número de castillos. Sin duda uno de los más conocidos es  el los Rojas,  en Poza de la Sal, que se asoma a la villa desde un cerro rocoso, y que en el siglo XVI, se construyó sobre una edificación anterior, del siglo XI,  con el objetivo de defender defender la prosperidad  económica de Poza. Pero la villa salinera, cuenta también  con el Palacio de los Marqueses de Poza de la Sal, que ocupa una ladera junto al pueblo, y del que hoy apenas quedan restos de los muros y la torre.

Cerca del anterior, en Río Quintanilla, pueden verse apenas algunos vestigios del Castillo de  Peña Castilviejo, a la entrada del desfiladero de Las Caderechas.
Además de todos los citados, existen en la zona otros muchos ejemplos de fortalezas, murallas y torres. Entre estas últimas cabe citar la de los Guevara, en Ameyugo, la de Rio Quintanilla( siglo XV) o la de las Conchas de Arganzón- también llamada Castillo de los Moros o Torre de Peña María-, en la Puebla de Arganzón( siglo XII)

La muralla y la iglesia fortificada de San Pedro, en Santa Gadea del Cid, el Convento fortificado de Santa Clara en Briviesca, y las murallas de Poza de la Sal,  Pancorbo y Belorado son, en mejor o  peor estado de conservación , otras muestras significativas de las profundas huellas que el paso de la historia ha ido dejando en estas tierras.

Recomendado

El arte rupestre es, seguramente uno de los menos conocidos de esta zona, aunque esta falta de reconocimiento no se corresponde con su importancia.

El conjunto eremítico de raíces visigodas formado en las proximidades de Laño y Albaina por las Gobas, Santorcaria y Motico de Charratu es el mejor exponente de este arte en el Condado de Treviño.
Más al oeste, en Villanueva Soportillo, hay una interesante necrópolis de época altomedieval.
Finalmente la ermita rupestre de la Virgen de la Peña en Tosantos, compite en espectacularidad  con el entorno en el que se encuentra enclavada.

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